domingo, 4 de abril de 2010

Recorriendo huertos ajenos

Cerca de casa -entendiendo cerca aquel lugar al que se puede llegar andando o en bici- han abierto un espacio que me parece singular y significativo. Se trata de la Biogranja La Real, un proyecto de Juan Aguiló, Manino González y Carlos Velasco que combina tres ingredientes: (1) mini-huertos urbanos en alquiler; (2) una tienda ecológica que abre de lunes a sábado de 10 a 20 horas (se puede hacer pedidos online y por teléfono: lareal@biogranja.es - 971 25 41 95) y que ofrece productos locales y ecológicos, como pan artesano, frutas y verduras de temporada, productos para celíacos, cosmética natural y productos bio-gourmet como vinos y quesos ecológicos; y (3) un cuidado programa de actividades para peques y grandes, que incluye lecturas poéticas, talleres de huerto en casa, charlas y clases de cocina (raw food, batidos verdes, pan ecológico, dulces, etc), y algunas actividades de crecimiento personal (respiración consciente, mandalas para niños, etc).

Nuestro primer contacto con este proyecto, hace unos días, ya había sido muy positivo. Me acerqué para hacer la reserva en un taller y descubrí que tenían harina ecológica de xeixa con la que ya he preparado un par de panes que quitaban el sentido. Ayer fuimos al taller de cocina ecológica para pequeños chefs, que impartió el chef Julio Garmendia para disfrute de una veintena de niños y niñas, de entre 4 y 10 años, y de algunas personas adultas que decidimos quedarnos toda la sesión. En primer lugar los peques bajaron al huerto, a recoger las verduras necesarias para realizar tres de los cuatro platos de la clase, que fueron concretamente una crema de verduras, bocadillo del pequeño chef, ensalada de pasta (con flores!) y finalmente fresas con mascarpone. Además de recolectar las verduras (con coliflor, brócoli, puerros, cebolleta, habas, guisantes, etc) fueron aprendiendo a distinguir otros productos del huerto. Después olieron, tocaron, limpiaron y cortaron los ingredientes; prepararon sus bocadillos con lechugas variadas, cherries, huevo duro, queso fresco y mayonesa; resolvieron algunas adivinanzas; escucharon atentamente las explicaciones del chef, para aprender a preparar una mayonesa verde (de perejil) para aliñar la ensalada y la salsa de queso para acompañar las fresas; y sobre todo, pudieron probar todo lo que habían preparado, e incluso caramelos de guisante :-)

Como los pequeños chef estaban bien entretenidos, pude recorrer con calma la zona de los minihuertos, conocer más a fondo el proyecto y sus valores, y captar el tono vital de sus promotores (puedes conocerles y saber más sobre el proyecto, en este vídeo). En unos tres mil metros cuadrados se han proyectado ya cincuenta y dos miniparcelas siguiendo el sistema de parades en crestall, que permite optimizar la producción en un espacio mínimo y establecer un sistema de rotación de cultivos que garantiza la productividad de la tierra. Por un alquiler mensual de (creo) setenta y cinco euros ofrecen un espacio de veinte metros cuadrados con la tierra aflojada, preparada (sistema de goteo por exudación) y bien abonada. El alquiler también incluye el agua del riego, plantones y semillas ecológicas, así como un asesoramiento por parte de los responsables.

En el par de horas que estuve por allí, pude comprobar que los cultivos crecen de forma generosa - tienen agua y abono en abundancia- pero que, como en cualquier huerto, allí también se teme a los caracoles, las heladas y las malas hierbas. Varias personas se acercaron a cuidar sus miniparcelas, quitar las malas hierbas, sembrar algunos planteles o recoger hortalizas y verduras que ya estaban a punto. Recorriendo huertos ajenos, me sentí como en casa. Me alegró escuchar algunos diálogos intergeneracionales, descubrir a un hombre planificando con mimo la siembra de primavera, y recordar sensaciones y valores que ya narré en el balance de mi primer año de huerto: el do-it-yourself, el respeto por la tierra y el ritmo de las estaciones, el disfrute del aire libre, el conocimiento compartido, la posibilidad de disfrutar de una alimentación responsable y sana, la responsabilidad individual frente a la huella ecológica, el valor del esfuerzo y la felicidad de la recompensa. Y me alegró saber que cada vez somos más personas en ese camino.